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Este es el blog de José María Alegre Barriga, profesor de Cultura Clásica en el IES Profesor Hernández Pacheco de Cáceres. El objetivo del mismo es recopilar en él los recursos didácticos utilizados en clase como complemento a la enseñanza de las asignaturas de Griego, Latín y Cultura Clásica.

lunes, 20 de marzo de 2017

Gracias, Lucía.

Mañana, 21 de marzo, es el día mundial del Síndrome de Down, un día que quiere sensibilizar a todas las personas para conocer mejor las circunstancias que rodean a los que nacieron con esta alteración cromosómica y a sus familias, que luchan con ahínco para conseguir una integración plena y demostrar que los afectados por este síndrome, lejos de ser personas totalmente dependientes, aportan mucho más a los que conviven con ellos que lo que reciben.
Cuando nació Lucía cambió la vida de su padre, que pasó de trabajar como psicólogo clínico a dedicarse exclusivamente a la escritura. Su novela El asesinato de Pitágoras fue en el 2013 el libro digital más vendido y El asesinato de Sócrates fue la novela que quedó en segundo lugar en los últimos premios Planeta de 2016 y que lleva ya más de cinco ediciones. De Lucía y su última novela, ambientada en la Grecia Clásica, habla su padre, Marcos Chicot, en una entrevista con Pepa Fernández emitida el sábado, 18 de marzo, en RNE, en el programa No es un día Cualquiera. En la entrevista Marcos Chicot comenta la importancia de comprender qué es el síndrome de Down para desterrar tópicos que tanto daño hacen a los que lo tienen. Se siente orgulloso de su hija y comenta la felicidad que recibe cada día de ella y cómo le ha cambiado la vida para bien. También habla de la figura de Sócrates, de Atenas y de una época que marcó el destino de la humanidad en el siglo V a. C., una época de la que él se muestra muy apasionado, considerándola tal vez el mejor periodo, el más transcendental de la historia del hombre. 
Lucía, sin saberlo, nos ha regalado a los amantes de la Grecia Clásica una novela con la que poder disfrutar de un mundo que nos apasiona. De su alegría y su profunda afectividad, de esos regalos que los niños con Síndrome Down hacen a los que conviven con ellos, sólo podrán disfrutar otros afortunados.